NO LLORES SI ME AMAS
No llores si me amas.
Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo.
Si pudieras oír el cántico de los ángeles
y verme en medio de ellos.
Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos, los horizontes,
los campos y los nuevos senderos que atravieso.
Si por un instante pudieras contemplar como yo,
la belleza ante la cual las bellezas palidecen.
¿Tú me has visto,
me has amado en el país de las sombras
y no te resignas a verme y
amarme en el país de las inmutables realidades?
Créeme.
Cuando la muerte venga a romper las ligaduras
como ha roto las que a mí me encadenaban,
cuando llegue un día que Dios ha fijado y conoce,
y tu alma venga a este cielo en que te ha precedido la mía,
ese día volverás a verme,
sentirás que te sigo amando,
que te amé, y encontrarás mi corazón
con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis, feliz
ya no esperando la muerte, sino avanzando conmigo,
que te llevaré de la mano por
senderos nuevos de Luz y de Vida.
Enjuga tu llanto y no llores si me amas.
San Agustín
El pasado 13 de septiembre, volvimos a reunirnos en torno a la mesa del Señor, para acompañar a los familiares de todos los que fallecieron en el hospital durante el mes de agosto.
La Eucaristía es "fuente y cima de toda la vida cristiana" (LG 11), es el memorial de la pasión y resurrección del Señor; es el sacramento del amor y de la entrega, del sacrificio en la cruz.
El sacrificio eucarístico también es ofrecido por los difuntos, para que puedan entrar en la luz y la paz de Cristo.
También es un sacrificio de alabanza y acción de gracias, no podemos quedarnos exclusivamente en el dolor de la cruz, es cierto que no podemos llegar a Cristo sin pasar por la cruz (dolor, enfermedad, pérdidas, etc.).
Es difícil, cuando está reciente la pérdida de un ser querido, aceptar las palabras de San Pablo, en su carta a los Corintios: "La muerte ha sido aniquilada definitivamente" (1Cor. 15,54). Nuestro único consuelo es la fe en la resurrección y que los que nos preceden no están separados de nosotros, pues todos recorremos el mismo camino y nos volveremos a encontrar en un mismo lugar.
Os dejo este poema de San Agustín, que es un canto a la esperanza y al gozo que será nuestro encuentro con Dios y con aquellos a los que tanto hemos amado.