"EL AMOR A LOS QUE SUFREN ES SIGNO Y MEDIDA DEL GRADO DE CIVILIZACIÓN DE UN PUEBLO" (JUAN PABLO II)
La Eucaristía es oración y promesa de vida eterna. En cada Eucaristía celebramos la muerte y Resurrección del Señor.
No es que Jesucristo vuelva a morir y resucitar. El murió una vez y resucitado vive para siempre, ya no muere más. La muerte no tiene poder sobre Él y por Él, resucitado, nos viene a nosotros la resurrección, la salvación.
Que la muerte nos arrebate a los que más amamos es ciertamente una de las experiencias más desgarradoras que nos ocurren a lo largo de nuestra vida.
Por ello, la Iglesia, como buena Madre nos reúne cada mes en torno a la Eucaristía, signo por excelencia del AMOR y la ENTREGA.
No se trata de reabrir las heridas de tantos familiares que en estas fechas han pasado por esa experiencia tan dolorosa y que con dolor y aflicción serenos, regresan y rememoran momentos tan difíciles.
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Esta son las palabras que pronunciaron los ángeles que anunciaron la Resurrección del Señor: "No está aquí ha resucitado" "Si hemos muerto con Cristo, sabemos que también viviremos con Él". Ese es el mensaje de esperanza, nuestra creencia en Cristo resucitado.
Es en la Eucaristía, en la oración por nuestros familiares difuntos, donde descubrimos nuevas maneras de compartir su existencia porque siguen viviendo en nuestro corazón y en nuestro recuerdo.
Desde aquí y en nombre de los Capellanes, Hnas. de la Consolación y Voluntarios, del Hospital de San Agustín, hacer llegar nuestro más sentido pésame a todas las familias de los exitus del pasado mes de mayo.