Hoy, Señor
cuando más me pesa la enfermedad,
cuando la vida acelera su ritmo
y mi caminar se hace lento,
me dirijo a ti confiado.
Necesito encontrar tu apoyo,
sentir la presencia discreta de tu amor
en tantas personas que se acercan,
me ayudan y consuelan,
acompañan mis pasos inciertos y me empujan a la esperanza.
Gracias, Señor,
por todos los que se acencan a mi vida.
Mis dudas y silencios,
mis miedos y mis lágrimas,
se han transformado en madurez,
adoración, confianza y plegaria.
Bendícelos, Señor, con tu amor.
Amén.